domingo, 12 de enero de 2014

Mas poemas de Natividad Gómez Bautista

Es la sutileza del terror...

Es la sutileza del terror
asimilado,
el asimilado pan,
la asimilada lluvia,
es el híbrido caos
que traspasa la razón,
la perdida lucidez
del espanto.
Es la amplia y desolada tierra
respirando bajo mis pies
como ráfagas calientes
sus latidos
remueven mis orígenes
y una lágrima
se me pierde
en la grieta abierta
por cuarta,
sexta,
séptima intención
cicatrizada,
ya no sangra,
solo rezuma soledad,
la soledad
fría y lapidaria
de todos los niños crecidos
a los que hemos robado
la esperanza.

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Ya los pájaros se alejan
de la mujer sola,
las calles se hacen inmensas
sobre la mujer sola,
las pareces se asemejan carceles
para la mujer sola.

Y una lágrima se niega a caer,
a morir
junto a la mujer sola.

Ya la soga se cierne
sobre la garganta
de la mujer sola, 
la mira de reojo
y se dice

“quizás mañana”.

Entrega de premios del VI Concurso de Microrrelatos "Universos Mínimos"



El director del Servicio de Actividades Culturales entrega los premios del VI Concurso de Microrrelatos ‘Universos Mínimos’. Nuestra compañera y amiga Natividad Gómez Bautista ha sido finalista con el siguiente microrrelato:


Odiseas

Aunque los Ulises vuelvan, las Penélopes seguiremos tejiendo.



Noche de Reyes en Proyecto Hombre - Luis Gutiérrez

¡Qué bellas son las palabras! Sobre todo si las escribe, o las dice alguien que sabe colocarlas, alguien que sabe combinarlas para que remuevan nuestros sentimientos más profundos y nobles. Muy importante es la palabra ¿Quién lo duda? Sobre todo estos días en los que nos felicitamos, nos deseamos lo mejor, esperamos que el año nos traiga paz, amor felicidad, trabajo, justicia… Yo, que no sé escribir ni combinar de forma tan magistral las palabras, me he conformado con pasar, la mágica Noche de Reyes, cenando, velando los sueños y desayunando con un grupo de personas, que si bien es cierto que han cometido errores en su vida, también es cierto que siguen siendo personas, que quieren salir del bache en que cayeron, que están esperando una mano amiga que le ayude a salir del tenebroso pozo en el que están sumergidos.

Serían las dos de la madrugada, tal vez algo más, cuando oí unos ruidos, alguien andaba por la casa. Me levanté del sillón en el que descabezaba un leve sueño y vi ¡oh milagro! Que los Reyes Magos también visitaban a aquellas personas, que no se habían olvidado de ellos, aunque, tal vez, ellos si habían olvidado a los Reyes.

A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, todos vieron con asombro que de sus respectivas sillas colgaba una bolsa con regalos, cada bolsa llevaba escrito el nombre del destinatario. Los Reyes saben los nombres y las circunstancias de todos y cada uno de ellos y saben que todos se merecen, no un regalo, sino muchos regalos, y no sólo de los que traen los Reyes Magos, sino de esos que tú y yo, el vecino de enfrente, esa persona con la que nos cruzamos en nuestro rápido ir y venir por la ciudad… tenemos a nuestro alcance y podemos entregarles sin demasiado esfuerzo.

Yo, que no sé colocar las palabras adecuadamente, me he tenido que conformar con pasar la noche con ellos, con verles reír y reírme con ellos, con verles llorar y llorar con ellos, con verles sufrir y sufrir con ellos, con verles rehacer su vida y rehacer yo la mía.

Esta noche he visto a los Reyes Magos, pero no son tres, como siempre nos habían dicho, sino cuatro; Melchor Gaspar, Baltasar y Manolo

Dios mío, ¡cuántas cosas le diría
si supiera escribir!...


jueves, 2 de enero de 2014

¿Qué pasaría si no existiesen el teléfono y los coches? - Reflexiones de poste y azotea - Annie Altamirano

Creo que para un amplio sector de la sociedad, mi parentela y amistades incluidas, sería un drama existencial. Vamos por partes, porque no para todos la ausencia de estos dos elementos representaría el peor castigo de su vida, pero que los hay, los hay.

 Veamos qué pasa con el teléfono, artilugio útil sin duda y en este momento, nadie concibe la vida sin teléfono. Que no tiene teléfono, dices? Pero qué es ese tío, alguna clase de hippie o de ermitaño? Nadie decente va por la vida sin teléfono, aunque mas no sea un fijo. Pero hay gente que es teléfono-adicta, todo lo hacen por teléfono: la compra del super (me pregunto cómo eligen los tomates), la cena (gracias a Dios por el “delivery”), la consulta médica (Ay, doctor, es que sabe usted que me siento tan débil que ni puedo levantarme de la cama. ¿A usted le parece que si tomo esas píldoras que me recetó la última vez se me pasará?) y lo que es peor, las visitas sociales.

Yo tengo dos amigas que se empeñan en prodigarme visitas telefónicas, nunca inferiores a 30 minutos. Claro que lo hacen con la mejor de las intenciones, como yo estoy tan ocupada toda la semana, ellas me ahorran la ida hasta su casa. Pero lo terrible es que se eligen cada horario! Convengamos en que no es fácil encontrarme en casa, y como lo saben, me llaman al mediodía o a la noche, justo cuando estoy friendo papas o preparando caramelo para un flan. Y por mas indirectas que sueltes, la visita sigue y sigue.

 -Bueno, mira, la sartén está a punto de levantar vuelo así que tengo que cortar.
-Sí, por supuesto, querida. ¡¡¡Ay!!! ¿Te conté lo que me pasó con la sartén la semana pasada cuando preparaba la cena? Te cuento, había invitado a ............
Y dale que va. No se dan por vencidas jamás.

Imagínense a esta gente cuando un viernes a la tarde descubren que su teléfono ha muerto. Levantan el auricular y nada. Silencio total. Y cuando llega el técnico les dice que hasta el lunes no se puede hacer nada. ¡¡¡Todo el fin de semana sin teléfono!!! Se les comienzan a inyectar los ojos en sangre, les transpiran las manos, tienen escalofríos, un temblor inmisericorde les recorre el cuerpo y un fino hilillo de baba comienza a caer por las comisuras de la boca. Y en el paroxismo del síndrome de abstinencia, se prenden al telefonillo del portero eléctrico y comienzan a parlotear frenéticamente para asombro de los transeúntes.

Típico de las mujeres! Sentencian los hombres. Es cierto. Hay que reconocer que esta adicción es más común entre las mujeres pero, ¿qué pasaría si no existieran los coches? Seguramente las tres cuartas partes de la población masculina occidental se transformaría en eunuco parcial. ¿Cómo un eunuco parcial? Sí, querida mía, eunuco parcial, porque para el hombre su coche es su tercer huevo.

El hombre y su coche son como Batman y Robin, Laurel y Hardy, Mortadelo y Filemón, el café con leche con medialunas o el chocolate con churros. Son inseparables. Siempre habrá excepciones pero quién no ha escuchado ( o sufrido ) la siguiente situación:

-¿Vamos, querido? Ya estoy lista.
-Sí, ya llamo un taxi.
-¿Un taxi? ¿Para qué si el coche está en la cochera y lo único que hay que hacer es pillar el ascensor?
-¿Estás loca? ¿Has visto cómo llueve? Sólo a una mujer se le puede ocurrir sacar un coche con esta lluvia. ¿Tú sabes cómo queda el motor cada vez que pasa por un charco? A ver si te sacaba a ti caminando en esta lluvia con tus zapatos de diseño. ¿Tú sabes lo que cuesta este coche? - cámbiese el acento español por el argentino, colombiano, o traduzca al francés o al italiano, será lo mismo-. Y tú mientras tanto mascullando
-¿Y para qué está el coche sino para que no me moje o no me parta de frío? Y si sabré lo que cuesta. Por culpa del coche los zapatos de diseño los veo sólo en las revistas.

Segundo acto de la obra “El tercer huevo”. Tú planchada en la cama, tus ovarios en estado de insurrección total y, por más empeño que pongas, no te puedes levantar porque no puedes recuperar la vertical. Vas de la cama al baño a 90º con respecto a tus pies y ni así.  Joder, tía, que Dios debe ser machista.
-Cariño, por favor vete a la farmacia y tráeme una tonelada y media de pastillas de ibuprofeno super concentrado, que no doy más.
Y cariño no responde. Sigue concentrado en la agenda telefónica, pasando las hojas con frenesí asesino.
-Que yo lo tenía aquí anotadito. Joder, macho, será posible que no pueda encontrar el número. Relájate, Roberto, que son los nervios. En una emergencia y hay que conservar la cabeza fría.
Y tú, inocente, con una sonrisa comprensiva y llena de amor le dices: Mi amor, no hace falta que llames a emergencias. Es sólo la regla. Esto se soluciona con ....
-¡Qué emergencias ni emergencias! Estoy buscando el número de Juanma.
-¿Juanma?
-El mecánico, tía, el mecánico. Así sois las mujeres, el único número que conocen es el del estilista. Esto es serio. Hace un momento puse en marcha el coche y hace un ruido que no estaba allí ayer cuando lo guardé. Parece que una colonia de grillos invadió del motor. Y así no puedo ni moverlo del garage. ¡Ahhh! ¡Aquí está!

Y allí se va, aliviado porque encontró el número de Juanma que le salvará la vida a su tercer huevo. ¿Y tú? Bien, gracias, aquí, con los ovarios en crisis.

Poetas encantados - Toño Blázquez

Como por arte de magia
hay poetas de esta era
que salen de la chistera
y huele bien su aerofagia.

De fe y místico concepto
a la vanidad se entregan
se besan porque se llegan
y abominan del soneto.

Estos colegas deducen
que sólo importan los versos
por la cantidad de besos
e idiomas que los traducen.

Y si como poste a un ciego
mal se entiende en cervantino
¿cómo apañará el tino
para que lo entienda un griego?.

Son poetas encantados
sujetos de un hilo fino
al carro de lo divino
y a los deslumbres sagrados.

Dos poemas de Natividad Gómez Bautista para comenzar el año

Insiste el beso


Insiste en el beso,
ese que atrevido
me curva la boca
ese que flota
murmurando
una excusa
fascinadora,
ese que anhela


unos labios,
quizás algún judas
aproveche su apremio.

Insiste en el beso,
cuarenta monedas por su esencia,
cuarenta monedas y una boca. 




La Cruz

Tarde o temprano dejaré
la llaga en el costado y la cruz.

Antes o después apuraré el cáliz
de sangre apenas coagulada.

Más bien antes que después,
serás rotundo.

Por ahora, tu cruz es el silencio.
La mía, saber las palabras que guardas.