La Pescadilla –pobrecita ella- ha pasado a la historia
por tonta, porque se mordía la cola. Y eso es totalmente falso. Lo es porque,
en primer lugar la Pescadilla no tiene cola; es, como decía mi abuelo, toda a
un andar. Y ya era hora de que alguien acabara con esta chapuza de leyenda
pseudorefranera. ¡Hombre, por Dios, que ya está bien!. Ir por ahí con ese cuento, de qué, hombre de
qué. Acabemos de una vez con este infundio que mancha la fama y buen nombre de
la pobre Pescadilla. Sólo el hombre tropieza tres veces en la misma piedra, ése
si que es tonto. La Pescadilla ni se muerde la cola ni ná. Todo mentira, que
conste.
Microrrelato de Toño Blázquez
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