¡Qué bellas son las palabras! Sobre
todo si las escribe, o las dice alguien que sabe colocarlas, alguien que sabe
combinarlas para que remuevan nuestros sentimientos más profundos y nobles. Muy
importante es la palabra ¿Quién lo duda? Sobre todo estos días en los que nos
felicitamos, nos deseamos lo mejor, esperamos que el año nos traiga paz, amor
felicidad, trabajo, justicia… Yo, que no sé escribir ni combinar de forma tan
magistral las palabras, me he conformado con pasar, la mágica Noche de Reyes,
cenando, velando los sueños y desayunando con un grupo de personas, que si bien
es cierto que han cometido errores en su vida, también es cierto que siguen
siendo personas, que quieren salir del bache en que cayeron, que están esperando
una mano amiga que le ayude a salir del tenebroso pozo en el que están
sumergidos.
Serían las dos de la madrugada, tal
vez algo más, cuando oí unos ruidos, alguien andaba por la casa. Me levanté del
sillón en el que descabezaba un leve sueño y vi ¡oh milagro! Que los Reyes Magos
también visitaban a aquellas personas, que no se habían olvidado de ellos,
aunque, tal vez, ellos si habían olvidado a los Reyes.
A la mañana siguiente, a la hora del
desayuno, todos vieron con asombro que de sus respectivas sillas colgaba una
bolsa con regalos, cada bolsa llevaba escrito el nombre del destinatario. Los
Reyes saben los nombres y las circunstancias de todos y cada uno de ellos y
saben que todos se merecen, no un regalo, sino muchos regalos, y no sólo de los
que traen los Reyes Magos, sino de esos que tú y yo, el vecino de enfrente, esa
persona con la que nos cruzamos en nuestro rápido ir y venir por la ciudad…
tenemos a nuestro alcance y podemos entregarles sin demasiado
esfuerzo.
Yo, que no sé colocar las palabras
adecuadamente, me he tenido que conformar con pasar la noche con ellos, con
verles reír y reírme con ellos, con verles llorar y llorar con ellos, con verles
sufrir y sufrir con ellos, con verles rehacer su vida y rehacer yo la
mía.
Esta noche he visto a los Reyes Magos,
pero no son tres, como siempre nos habían dicho, sino cuatro; Melchor Gaspar,
Baltasar y Manolo
Dios mío, ¡cuántas cosas le
diría
si supiera
escribir!...
Tú si que eres un Rey Mago amigo Luís y cada día nos regalas tus valores y tu sabiduría para andar por la vida. Gracias por poder aprender de ti a poner las palabras adecuadas en el momento adecuado ¡Eso si que es saber escribir!
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